930 km de recorrido convierten al Ebro en el segundo río más largo de la Península Ibérica, después del Tajo.
Se sitúa en el interior de un valle amplio y bien definido por cadenas montañosas, más de 85.000 km², constituyendo así la cuenca más compleja, extensa y caudalosa del territorio.
Esa cuenca triangular está enmarcada por los Pirineos, al norte y en dirección oeste-este; el Sistema Ibérico, por la margen derecha, en dirección noroeste-sureste; la cordillera Cantábrica, en el ángulo noroeste; y la cadena Costero Catalana, al este y en paralelo al litoral.
El Ebro recoge aguas del Martín, Regallo, Guadalope y Matarraña, por la derecha, y del sistema Cinca-Segre, por la izquierda.
El clima transita entre las influencias atlántica y mediterránea, si bien los montes retienen ambas y potencia valores continentales. Suaves temperaturas y abundancia de lluvias, repartidas durante casi todo el año, provienen del norte oceánico y se extienden por el curso alto del Ebro, alcanzando la parte septentrional de la Ibérica y la mitad oeste de los Pirineos. En este último caso, las altas cumbres imponen el clima de montaña.